¿Existe eso que se llama "Un minuto de sabiduría"?.
Por supuesto que existe, replicó el maestro.
Pero un minuto ¿no es demasiado breve?.
No, es cincuenta y nueve segundos demasiado largo.
Por supuesto que existe, replicó el maestro.
Pero un minuto ¿no es demasiado breve?.
No, es cincuenta y nueve segundos demasiado largo.
Aceptación
¿Cómo podría ser yo un gran hombre...como tú? ¿Y por qué ser un gran hombre?, dijo el Maestro. Ser simplemente un hombre ya es un logro bastante grande.
¿Cómo podría ser yo un gran hombre...como tú? ¿Y por qué ser un gran hombre?, dijo el Maestro. Ser simplemente un hombre ya es un logro bastante grande.
Alegría
De acuerdo con su doctrina de que nada debía ser tomado demasiado en serio, ni siquiera sus propias enseñanzas, al Maestro le gustaba contar la siguiente anécdota acerca de sí mismo: Mi primer discípulo era tan débil que los ejercicios acabaron con su vida. Mi segundo discípulo se volvió loco por el fervor con que practicaba los ejercicios que yo le enseñaba. Mi tercer discípulo vio cómo se le embota el entendimiento por el exceso de contemplación. Pero el cuarto discípulo consiguió conservar la cordura. ¿Y cómo lo logró?, solía preguntar alguien invariablemente. Posiblemente porque fue el único que se negó a realizar los ejercicios. Y una unánime carcajada solía acoger las palabras del Maestro.
De acuerdo con su doctrina de que nada debía ser tomado demasiado en serio, ni siquiera sus propias enseñanzas, al Maestro le gustaba contar la siguiente anécdota acerca de sí mismo: Mi primer discípulo era tan débil que los ejercicios acabaron con su vida. Mi segundo discípulo se volvió loco por el fervor con que practicaba los ejercicios que yo le enseñaba. Mi tercer discípulo vio cómo se le embota el entendimiento por el exceso de contemplación. Pero el cuarto discípulo consiguió conservar la cordura. ¿Y cómo lo logró?, solía preguntar alguien invariablemente. Posiblemente porque fue el único que se negó a realizar los ejercicios. Y una unánime carcajada solía acoger las palabras del Maestro.
Proporción
A un visitante que había acudido esperando encontrarse con algo fuera de lo normal le defraudaron las triviales palabras que el Maestro le había dirigido. Había venido aquí buscando a un Maestro, le dijo a un discípulo, y todo lo que he encontrado ha sido un ser humano que no se diferencia de los demás. Y el discípulo le replicó: El Maestro es un zapatero con unas infinitas provisiones de cuero. Pero lo corta y lo cose de acuerdo con las dimensiones de tu pie.
A un visitante que había acudido esperando encontrarse con algo fuera de lo normal le defraudaron las triviales palabras que el Maestro le había dirigido. Había venido aquí buscando a un Maestro, le dijo a un discípulo, y todo lo que he encontrado ha sido un ser humano que no se diferencia de los demás. Y el discípulo le replicó: El Maestro es un zapatero con unas infinitas provisiones de cuero. Pero lo corta y lo cose de acuerdo con las dimensiones de tu pie.
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A no ser que estuviera uno dotado de una especial perspicacia, no había nada en el Maestro que pudiera considerarse fuera de lo ordinario. Si las circunstancias no eran para menos, el Maestro podía asustarse y deprimirse. Podía reír, llorar y encolerizarse. Disfrutaba con la buena comida, no le hacía ascos a un par de copas en incluso se sabía que era capaz de volver la cabeza al paso de una mujer bonita.
En cierta ocasión, un visitante se lamentaba que el Maestro no era un "hombre santo" a lo cual un discípulo replicó:
"Una cosa es que un hombre sea santo, y otra muy distinta que a ti te parezca santo".
A no ser que estuviera uno dotado de una especial perspicacia, no había nada en el Maestro que pudiera considerarse fuera de lo ordinario. Si las circunstancias no eran para menos, el Maestro podía asustarse y deprimirse. Podía reír, llorar y encolerizarse. Disfrutaba con la buena comida, no le hacía ascos a un par de copas en incluso se sabía que era capaz de volver la cabeza al paso de una mujer bonita.
En cierta ocasión, un visitante se lamentaba que el Maestro no era un "hombre santo" a lo cual un discípulo replicó:
"Una cosa es que un hombre sea santo, y otra muy distinta que a ti te parezca santo".
Sobre Rezos Y Rezadores
La abuela: "¿Ya rezas tus oraciones cada noche?"
El nieto: "¡Por supuesto!"
"Y por las mañanas?"
"No. Durante el día no tengo miedo"
La abuela: "¿Ya rezas tus oraciones cada noche?"
El nieto: "¡Por supuesto!"
"Y por las mañanas?"
"No. Durante el día no tengo miedo"
Ata a tu Camello
Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo "tengo tan gran confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí afuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman".
"Pues sal fuera y ata tu camello estúpido!" le dijo el maestro. "Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo."
Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo "tengo tan gran confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí afuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman".
"Pues sal fuera y ata tu camello estúpido!" le dijo el maestro. "Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo."
La Ayuda de Dios en el Desierto
Un hombre se perdió en el desierto. Y más tarde, refiriendo su experiencia a sus amigos, les contó cómo, absolutamente desesperado, se había puesto de rodillas y había implorado la ayuda de Dios.
"¿Y respondió Dios tu plegaria?", le preguntaron.
"¡ Oh, no! Antes de que pudiera hacerlo, apareció un explorador y me indicó el camino"
Un hombre se perdió en el desierto. Y más tarde, refiriendo su experiencia a sus amigos, les contó cómo, absolutamente desesperado, se había puesto de rodillas y había implorado la ayuda de Dios.
"¿Y respondió Dios tu plegaria?", le preguntaron.
"¡ Oh, no! Antes de que pudiera hacerlo, apareció un explorador y me indicó el camino"
El infortunio de la ostra
Una ostra divisó una perla suelta que había caído en una grieta de la roca en el fondo del océano. Tras grandes esfuerzos, consiguió recobrar la perla y depositarla sobre una hoja que estaba justamente a su lado.Sabía que los humanos buscaban perlas y pensó: "Ésta perla les tentará, la tomarán y me dejarán a mí en paz".Sin embargo, llegó por allí un pescador de perlas cuyos ojos estaban acostumbrados a buscar ostras, no perlas cuidadosamente depositadas sobre un hoja.De modo que se apoderó de la ostra -la cual no contenía perla, por cierto- y dejó que la perla rodara hacia abajo y cayera de nuevo en la grieta de la roca.
Moraleja: Sabes exactamente dónde mirar. Por eso no consigues encontrar.
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